Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Elvira Espejo Ayca: “Este es un paso internacional que nos da la oportunidad de que mostremos lo que somos”

La artista orureña, directora del MUSEF, reconoce que la medalla Goethe 2020 llegó por el valor dado a la sistematización académica que implementó en el museo y, también, por su mirada de “tender puentes”. Le dedica el premio a Latinoamérica y confiesa que su sensibilidad es adquirida, producto de no haberse quedado en la tristeza y de haber construido a través del positivismo. 
Elvira Espejo Ayca: “Este es un paso internacional que nos da la oportunidad de que mostremos lo que somos”

Elvira Espejo Ayca, de 39 años, prefiere no apropiarse mezquinamente del premio recientemente conseguido en Alemania. Aunque su sello se encuentre ya en la Medalla Goethe 2020, la orureña, nacida en la población de Qaqachaca, elige socializar el galardón y entregárselo a América Latina.

La artista, que se pasea por la investigación antropológica, filosófica, el canto, la pintura, el tejido, la narración de la tradición oral y la documentación de la cultura museográfica (pasiones intrínsecas en ella), aún no palpa materialmente la estatuilla, que podrá sentir en algunos meses. Sin embargo, asume, con una sonrisa, que el logro es un hecho y que, independientemente de su asistencia al acto, “ya tenemos el premio”. “No importa que no lleguemos a la alfombra roja, ja ja”, bromea.

Elvira 1Elvira, reconocida en el Festival Mundial de Poesía de Venezuela de 2007, coautora de Hilos Sueltos y directora del Museo de Etnografía y Folklore (MUSEF), identifica claramente que el galardón histórico para Bolivia ha sido producto de la valoración internacional en la que mucho tuvo que ver su trabajo, gracias a la “nueva dinámica” que imprimió en la sistematización y producción propias de la cadena operatoria en la documentación. Esto, claro, inherente  a sus antiparras personales, esas que la llevaron a “tender puentes entre nosotros”, luego de haber alimentado una sensibilidad tan rica como basada en la investigación permanente.

“Estamos mirando desde lo local, desde la comunidad en términos lingüísticos, saltando al mundo con la tecnología de armar la base de datos y tener nuevas plataformas. Eso les impresionó bastante y, por ello, dijeron: ‘wow, esto sí merece el premio”.

P: Elvira, todo es muy conmovedor. Primero, felicidades. Segundo, ¿se enteró junto a la prensa sobre su logro o ya se lo habían comunicado? 
 
R: Ya teníamos conocimiento de que estaba en competencia. Eso dependía mucho de los jurados, la coordinación e información. La directora del Goethe Institut, en realidad, me había dicho que me estaba postulando, que había sido muy interesante en Bolivia tener una nueva dinámica. Hemos comenzado con un  nuevo planteamiento de museografía, que es la cadena operatoria. Toda esa dinámica ha podido saltar a otros países. Antes, el museo daba becas para formarse en otras naciones, pero pasó al revés cuando entré. Hemos comenzado a dar clases nosotros. Y eso pesaba a nivel mundial porque es uno de los nuevos pensamientos que influye en términos sistemológicos y filosóficos desde América Latina para el mundo. Somos absorbedores de esa información que se va generando, pero al ver que planteamos una dinámica distinta de cómo vemos ese tratamiento de cuidar el animal, el medio ambiente, las plantas; y ese tratamiento y transformación son una ciencia de la tecnología que se ha desarrollado por milenios. Eso hace realidad un puente importante para el mundo porque este planteamiento es reconocido, lo que en nuestro país no pasa. En Bolivia seguimos absorbiendo las teorías de afuera y, en ese sentido, entienden que esto es importante porque estamos mirando desde lo local, desde la comunidad en términos lingüísticos y saltando al mundo con la tecnología de armar la base de datos. Eso les impresionó bastante y, por ello, dijeron: ‘wow, esto sí merece el premio’. Nos ayuda a que trabajemos más. 

P: Qué curiosa es la relación que se genera entre dos países tan dispares como son Alemania y Bolivia mediante la valoración de la cultura nuestra…

R: Sí, es un trabajo. Es un país que tiene una colección mundial por continentes. También necesita datos de cómo están procediendo en otras naciones. Desde mi llegada al museo, contamos con catálogos de 500 páginas de colecciones textiles, cerámica y arte plumario. Eso marca un hito para América Latina y Bolivia, para que puedan generar otra producción, otras miradas que alimenten los jóvenes.

P: Este tiene que ser un paso inicial para más trabajos…

R: Es uno de los mejores puntos. Hemos dado un buen paso, que es la sistematización y producción académica que se desarrolló tanto en el museo como también yo, en persona, que pude aportar con la mirada de tender un puente entre nosotros, como seres humanos, en un respeto mutuo. Eso valió a nivel mundial y eso es lo que nos está llevando a este galardón. No solo gano yo. Es el país el que gana. Estoy muy orgullosa y feliz de contribuir con un grano de arena. 

P: Ha ganado premios, cantidad de ellos, ¿es este el más valioso?

R: Sí. Creo que es muy significativo por ser un paso internacional que nos da la oportunidad de que mostremos lo que somos y nos conectemos como seres humanos. 

P: ¿Esa sensibilidad suya, tan abarcadora, es heredada o trabajada y adquirida?

R: Se ha adquirido con el pasar de los años. Está la primera fase, la de romper lo comunitario y estar en lo urbano y conocer esta pirámide de educación occidentalizada. Cuando retorno a la comunidad, se me produce la generación de preguntas muy conmovedoras. Esas preguntas me indujeron a estos caminos de entender estos puentes entre lo rural, lo urbano, lo nacional e internacional. Y así vas complementando los vacíos. Eso es lo que me hizo construir con mucha fuerza. No es una herencia muy de la comunidad. Es una formación, una madurez de mí misma, de cómo he podido enfrentar, no solo en un quiebre de tristezas y lamentos, sino más bien en una forma de tender estos puentes, de que estas negatividades hay que tomarlas como una posibilidad positiva de hacer nuevas cosas. Eso me llevó a estas plataformas de hacer lo textil, la poesía, el canto, las investigaciones y estos nuevos replanteamientos que están abriendo campos para los jóvenes.

P: Es cierto que la sensibilidad hace parte, pero no es justo quedarse en ello y olvidar que en sus obras hay un porcentaje grande de investigación.

R: Es una combinación de todos los logros. Creo que eso, en realidad, valió bastante. En música, se grabó tres discos. Las publicaciones son varias. En artes, se han tenido presentaciones nacionales e internacionales. Eso lleva a una plataforma distinta, entre la investigación y el arte. Como entre lo rural y lo urbano, un puente de verdad. Eso pesó bastante. También en términos de formación personal. Eso es lo que me lleva a esta mirada desde varios puntos de vista. No estoy enfocada solo como investigadora, artista o cantora. Tengo esa gran variedad de ver el multicolor de las flores como especialidades distintas. 

P: ¿Cómo se imagina la ceremonia?

R: Imagino que va a ser un acto protocolar. Hay una agenda grande que el Goethe Institut ya preparó, pero esto dependerá de la situación. Lo importante es que ya tenemos el premio, aunque no lleguemos a la alfombra roja, ja ja. Este premio es un orgullo. Te levanta el ánimo y te apoya a que trabajes más.

P: ¿Cuáles son los gustos triviales con los que desconecta de esta vorágine?

R: Mi gusto común es leer demasiado. Me encanta, estoy siempre con el tema de las ciencias sociales. Me gusta leer de antropología, lingüística y sociología. Me meto en la cama y estoy leyendo horas y horas, pensando en lo que uno absorbe de la lectura y qué tan real será.

P: Ni tan trivial, porque eso tiene que ver con su mundo…

R: Sí, así es, ja ja.

P: ¿Para quién va este reconocimiento?

R: Se lo dedico a todo el pueblo boliviano, por haberme dado esa confianza de trabajar en el museo, en la investigación y en las comunidades. A las tejedoras, tejedores, a los amigos de todo el mundo. Se lo dedico a la sociedad latinoamericana.